jueves, 26 de diciembre de 2013

ANASTASIA (EL MEDALLÓN DE PLATA. PARTE II) (FINAL)

Aterrada por completo y sin la menor idea de cómo actuar caí de rodillas totalmente abrumada. Me había convertido en un espíritu, un fantasma. Todavía no podía pronunciar esa frase en mis pensamientos sin que me pareciera ridícula.
Tenía que hacer algo para solucionar todo aquello y entonces vino a mí el recuerdo del medallón, miré hacia el espacio de suelo donde tropecé con él pero ya no estaba allí. En ese momento descubrí porque el medallón solía aparecer en lugares donde no lo había dejado el día anterior. El medallón era de mi amiga y mi engañada mente no me había dejado ver que era ella quien lo cambiaba de lugar, observación que no es del todo cierta pues ella pensaría del mismo modo y sería a la que habría que otorgarle la razón pues era ella la persona que aún respiraba de las dos. El medallón estaba en la mesita de noche y por aras de la sin razón estaba boca abajo. Me fijé que tenía una inscripción en la parte de atrás y como cualquier persona, que ya no era, no me abstuve de leerlo.
De tu amiga Anastasia que te llevará en el corazón hasta el fin de sus días.
Había mentido en aquella inscripción, sí, yo era Anastasia y acabé recordando que fui yo la que le regalé el tan apreciado medallón, y había mentido porque aún la llevaba en el corazón, después del fin de mis días todavía seguía queriéndola.
Giré la cabeza hacia la ventana al escuchar un sonido que se aproximaba desde fuera. Era el búho de ojos amarillos, se había posado en el alféizar de la ventana y tenía sus grandes ojos clavados en mí.


A pesar de su penetrante mirada aquel búho no me provocaba terror, todo lo contrario, me hacía sentir una tranquilidad muy placentera.
Me percaté también de que no recordaba haber salido de aquella habitación en mucho tiempo y de que estaba atrapada en ella desde hace un cantidad de tiempo bastante considerable. Quizá era el momento de pasar hacia "el otro lado", si es que existía realmente. Antes, y percatándome también en ese mismo instante, debía averiguar el motivo de mi muerte, no lo recordaba.
En ese momento el búho alzó el vuelo yéndose a posar a los pies de la cama de mi amiga e hizo unos extraños movimientos con las patas que parecían quererme decir que me sentara justo en ese lugar. Lo hice y él volvió al alféizar de la ventana donde siguió mirándome.
En ese momento unas imágenes inundaron mi cabeza, mi mente.
Estaba sentada en ese mismo lugar pero era de día y mi amiga estaba a mi lado, riéndose de esa forma con la que me inspiraba tanta felicidad. Entonces empezó a faltarme el aire, a mi amiga se le borró inmediatamente la sonrisa del rostro y empezó a gritar mi nombre desesperada.
-¡Anastasia!- repetía una y otra vez. Se levantó rápidamente, cogió su teléfono móvil y llamó a una ambulancia, ésta acabaría llegando para confirmar mi muerte.


Acto seguido regresé al presente y me di cuenta de que un par de lágrimas caían sobre mis mejillas, echaría mucho de menos a mi querida amiga pero debía partir hacía el que sería mi nuevo mundo, o eso esperaba. Me acerqué a la ventana y acaricié la cabeza del búho, éste cerró los ojos durante el breve tiempo que duró mi caricia y al abrirlos de nuevo me dijo, sin saber de que forma, algo que hizo que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo pero que acepté sin demora. El búho era y había sido todo este tiempo la parca que me llevaría hacia el mundo de los espíritus.

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