Y la guerrera, tras rescatar al príncipe de la torre custodiada por el dragón, le permitió subir con ella a su caballo y cabalgar de regreso al castillo donde el rey esperaba ansioso la llegada de su hijo tras su rescate.
—Gracias, bella dama —dijo. —Como compensación os permito que contraigáis nupcias con mi hijo, vuestro príncipe.
—Disculpad, mi señor; pero esta "bella dama" ya tiene su corazón ocupado.
Comenzó a caminar hacia la izquierda del rey con pasos metálicos debido a la armadura (sólo desprendido el yelmo bajo el brazo derecho) que aún llevaba. Se acercó a Clarence, la mucama jefa del castillo, y la besó en los labios. Miles de murmullos de los allí presentes resonaron en la gran sala. El rey entró en cólera:
—¡Pero esto...!
—Señor, tendréis que buscaros a otra persona para que elimine las telarañas de los elevados techos de este castillo vuestro. Clarence y yo decidimos hace meses, pues meses han pasado desde que nuestra relación es la que acabáis de observar con vuestros propios ojos, que nos iríamos juntas de este reino a vivir nuestra propia vida.
—¿Cómo osas mofarte de tu rey?
—No recuerdo haberos ridiculizado en ningún momento, señor. Vamos, sabéis que poseo habilidades para la batalla que muchos de vuestros hombres envidian en silencio; no hagáis que acabe con las vidas de algunos de ellos en una absurdo intento de detener mis planes junto a Clarence.
El rey estaba rojo de furia, mas sabía que aquella guerrera llevaba razón.
—¡Largaos! ¡Largaos de mi reino y no os atreváis a volver jamás!
Las dos mujeres se marcharon y una vez cerradas las puertas del castillo a sus espaldas, Clarence dijo:
—Por fin podremos estar juntas, mas aún una pregunta me ronda.
—¿De qué se trata?
—El príncipe no parecía muy disgustado con la negativa a casarte con él.
La guerrera rió.
—Oh, amada Clarence; te aseguro que me encantaría ver la cara del rey una vez sea consciente de la relación que hay entre su hijo y el chambelán del castillo. El mismo príncipe me contó dicha relación con ese muchacho mientras le traía de vuelta.
Ambas rieron en voz alta y se marcharon de aquel lugar para nunca regresar.
Bonita historia.
ResponderEliminarMuchas gracias. Y gracias también por comentar.
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