miércoles, 19 de febrero de 2014

CAPACIDADES (LA PRINCESA EN EL DESIERTO. PARTE III) (FINAL)

-Es una pirámide. -dijo Jack.
-Veo que tu capacidad de observación sigue intacta. -le respondió Xalaquia con lo que Jack creyó que más se aproximaba a una sonrisa en sus labios.- Justo detrás de esa pirámide está la entrada a tus capacidades.
-¿Mis capacidades?
-Las que tiene cualquier persona y que muy pocos descubren totalmente. Me apena saber que muchos llegan a morir sin usarlas. -Xalaquia hizo una breve pausa y siguió hablando.- Debes entrar. Adelante.
-¿Qué?, ¿no vienes conmigo?
-Este viaje debes hacerlo tú solo, Jack.
A Jack le pareció demasiado exagerada la palabra viaje para tan corto camino pero echó un último vistazo al rostro de Xalaquia y comenzó a caminar hacia la misteriosa pirámide.

A medida que Jack andaba la arena era más fina y las piernas quedaban enterradas hasta los tobillos con cada paso que daba. Ésto hacía que el cansancio se apoderara cada vez más de él y se aproximara con más lentitud hacia la pirámide. Se detuvo un instante, volvió la vista hacia atrás y se percató de que Xalaquia ya no estaba donde antes de empezar a caminar el la había mirado. "Ya no hay vuelta atrás" pensó, y siguió adelante.
Al llegar al otro lado de la pirámide vio un estrecho camino formado por unas escaleras que extrañamente ascendían en lugar de descender, como abría sido de esperar.


Al dirigir la mirada hacia el final de las escaleras para ver que se hallaba allí pudo ver una luz con una especie de color blanco y amarillo. Decidió subir dichas escaleras para averiguar que podría haber en la luz.
Subía las escaleras a la vez que se percataba de que cada escalón estaba cubierto por una cantidad considerable de arena que, aun así, no impedía ascender sobre ellas con facilidad.
Terminó el recorrido de las escaleras y la intensidad de aquella luz disminuyó lo suficiente como para poder ver un largo pasillo de suelo arenoso y paredes agrietadas. Comenzó de nuevo a caminar.
Todo era silencio mientras Jack paso tras paso se adentraba en aquél misterioso pasillo. Una vez alcanzado el final no supo que hacer, no vio ningún otro pasillo, pasadizo u obertura por los que seguir caminando.
-¿Aún no te has dado cuenta, verdad? -dijo una voz que Jack no supo decir de dónde procedía. Parecía una voz de hombre.
Jack se giró rápidamente.
¿Quién habla?- dijo sin alterarse demasiado, pues había visto muchas cosas inusuales ya como para sorprenderse fácilmente.
-Vienes aquí para averiguar el poder de las capacidades humanas y no eres conscientes de que ya las has utilizado.
-¿A qué te refieres? No sé de qué estás hablando.
-¿Ah, no?, ¿qué me dices de Anáhuac?, ¿acaso recuerdas haberlo visto de nuevo desde que te lo encontraste de frente y deseaste que se alejara? Evidentemente no lo has matado, sólo hiciste que se marchara fugazmente durante unos instantes. Lo que los humanos llamáis adrenalina es fundamental para comenzar a usar esas capacidades que pocos usan. Tú has hecho que el camino por el interior de la pirámide fuese del modo en que lo has visto.
-¿Me estás diciendo que todo humano que se lo proponga puede llegar a hacer... magia?
-No se trata de magia, no se trata de trucos, simplemente son las capacidades que todo ser humano posee y que apenas ninguno desarrolla.
-No acabo de entenderlo del todo.
-Puedes lograr que aparezca una casa de la nada donde segundos antes sólo había arena para pasar la noche pero no para vivir eternamente. Puedes hacer aparecer todo tipo de transportes, sobre todo los que consideras más comunes para ti, para dirigirte a lugares que requieran tu presencia pero ese transporte jamás te pertenecerá. Puedes cambiar tu apariencia física; pelo, ropa, color de ojos o incluso las uñas pero nunca podrás cambiar tu cuerpo. El ser humano es capaz de ésto y de más cuando utiliza su cerebro en un gran tanto por ciento.
Aquella voz no variaba su tono, siempre hablaba tranquila y sosegadamente.
-¿Y la tormenta de arena?, ¿por que a Xalaquia no le afectó y a mí casi me mata?
-La tormenta de arena fue provocada por ti, antes de hablar con Xalaquia ya eras capaz de usar las capacidades humanas con algo más de intensidad que el resto, lo que hizo que Xalaquia te trajese aquí en lugar de dejarte morir.
Jack estuvo unos minutos en silencio intentando asimilar todo aquella información que acababa de recibir.
-¿Y cómo sé que esta conversación no la estoy creando yo?, ¿quién o qué eres tú?
-Soy la pirámide, no soy un ser físico, no soy un mago, un brujo o un hechicero, simplemente soy la pirámide y soy muy real, tanto como Xalaquia, y la historia que te contó es también cierta.
Ahora que ya conoces todas las capacidades que puede llegar a utilizar el ser humano sólo te queda comenzar a usarlas hasta dominarlas completamente y entonces podrás, si aún lo deseas, marcharte de aquí y volver con tus compañeros de expedición.
Jack se dirigió camino atrás y justo antes de descender la pirámide volvió hablarle:
-Recuerda una cosa: El viento es libre pero la arena se dirige hacia donde es soplada, más, ¿qué eres tú?, ¿viento o arena, extranjero?
Jack no respondió y se guardó la frase para sí. Salió de la pirámide y a pocos metros vio a Xalaquia con un vestido de color morado oscuro que acababa en rosa en la parte de la larga falda que cubría los pies de la chica. Junto a ella se encontraba un apuesto caballo de color negro como el carbón y una elegante melena.


A Jack había empezado a gustarle aquello desde hace unas horas y no tenía en mente abandonarlo, al menos no por el momento.

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